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El término "virtuosismo" tiene aquí varias acepciones. Una primera que se podría identificar plenamente con la virtú republicana de Maquiavelo, la pasión civil que anima la construcción de los asuntos comunes. Pero existe desde luego otra, una segunda, más extravagante, menos reconocida, que coincide con la buena ejecución, la good perfomance de los "trabajadores sin obra", de los músicos, los artistas, los intérpretes, pero también los vendedores, los publicistas, las trabajadoras del sexo, las cuidadoras sociales. La colección de ensayos de Paolo Virno reunidos bajo el título Virtuosismo y revolución remite a las condiciones de la virtú política de los "trabajadores sin obra". Precisamente cuando cantidades cada vez mayores de trabajo no tienen como finalidad exclusiva producir objetos materiales, sino más bien comunicación o interacción social (tal y como reconocen las nuevas categorías globales de sociedad del conocimiento o de la información) repensar las formas de acción política adecuadas al nuevo virtuosismo del trabajo deviene un propósito central. La obra de Virno es una apuesta teórica por la reconstrucción de una política radical, más allá del desencanto hegemónico y de la peligrosa amenaza de los nuevos fascismos e integrismos, a través de nuevas categorías ajustadas a las grandes transformaciones del trabajo, a eso que se ha dado en llamar postfordismo. Categorías extrañas a las principales corrientes de la tradición radical, pero que sin embargo se reconocen en su expresión más profunda: soviet, éxodo, esfera pública no estatal, intelectualidad de masas, derecho de resistencia.