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En el realismo literario, según Erich Auerbach, la representación de la vida cotidiana permitía una conexión con otras formas de expresión de la sociedad, cosa contraria a lo que ocurría con esa poesía contemporánea al mencionado realismo, dedicada al aspecto estético de la escritura, o a la búsqueda de un mundo que trascendía al nuestro. En este libro, Guillermo Riedemann consigue revivir aquella conexión de la que hablaba el filólogo alemán, pero no a partir de una representación realista, sino a partir de algo que se ha vuelto un eje central de su escritura, esto es: la presencia del mal en nuestra época, la forma en que, sin importar regímenes, países o continentes, somos testigos del horror. Un mundo lacerado en el cual vemos que las formas de expresión de la sociedad, se encuentran poseídas o capturadas, en busca de la perpetuación de un mismo objetivo. En este sentido, podríamos decir que De la vida cotidiana aúna y reposiciona un proyecto escritural, una poética, o el trabajo de un autor que, sin dejar de observar la realidad de su tiempo, y los que han pasado ya, decide apostar por su posición disidente ante una violenta y absurda realidad que no deja de insistir en un mismo relato.